El Sueño de un Hada (Cuento de Hadas)

 Sobre la hierba húmeda y verde de un campo mágico, de cielo arcoiris y bañado por la luz del sol de un día joven, una inocente hada se quedó dormida. Casi no roncaba y su rostro suave y brillante no reflejaba pesar alguno; pero dentro de sus sueños una serie de imágenes le acosaban. Veía hombres haciendo de ellos una carnicería con sus rifles y cañones, veía el primer llanto de un bebé recién nacido, veía las alegrías y tristezas de una vida entera.

Tenía en su consciencia el pasado y el futuro, aunque todos aparentaban ser lejanos. Se movían en formas de remolinos, tornados y olas. Sin darse cuenta, sobre el campo en el que dormía, su cuerpo había comenzado a temblar, mientras que profundo en su mente se alzaban gritos de protesta, carcajadas provenientes de días alegres de verano y lágrimas de noches solitarias de invierno. Frío y calor lo envolvían y lo alzaban sobre un oscuro mar de vidas jamás vividas, sueños jamás alcanzados y poesía nunca escrita. 

—¡Hey! —una voz se abría paso entre sus ensoñaciones—. ¡Despierta! 

El hada por fin abrió los ojos, de nuevo sobre el campo mágico. Uno de sus amigos feéricos le miraba con extrañeza. 

—¿Estás bien? —le preguntó este. 

—Sí, sí —respondió el hada, sacudiendo su cabeza—. Solo he tenido un sueño de lo más extraño. ¡Menos mal que no fue real!

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